El cáncer infantil no es igual que el cáncer que se desarrolla en adultos: presenta características fisiopatológicas y moleculares propias, lo que hace que deba ser estudiado de forma independiente. Por otra parte, el menor número de pacientes respecto al cáncer de adultos ha impedido, hasta el momento, diseccionar las bases genéticas del cáncer infantil con el mismo nivel de precisión con que se ha llevado a cabo en el caso de los tumores de adultos. Por estas razones, y a pesar de haberse producido un avance significativo en los tratamientos y supervivencia a largo plazo, los pacientes con cáncer infantil no han podido beneficiarse por completo de los resultados obtenidos en pacientes adultos…
Dos nuevos estudios que han analizado en total los exomas o genomas de más de 2.500 tumores de pacientes con diferentes tipos de cáncer infantil acaban de llevar a cabo el análisis más amplio hasta la fecha del genoma del cáncer infantil. Los resultados de ambos trabajos proporcionan un mayor conocimiento de esta enfermedad y abren el camino hacia el desarrollo de tratamientos dirigidos y adaptados a los pacientes.
Uno de los estudios, dirigido por el St Jude Children’s Research Hospital analiza muestras de tumores y muestras de tejido normal en 1.699 pacientes con diferentes tipos de cáncer pediátrico (leucemia linfocítica, leucemia mieloide, neuroblastomas, tumores de Willms y osteosarcomas). En este trabajo, los investigadores determinaron las diferentes mutaciones asociadas a la presencia del cáncer y encontraron 142 genes directores del cáncer, de los cuales únicamente el 45% habían sido descritos en cáncer de adultos.
El segundo estudio, dirigido por el Hopp Children’s Cancer Center en Heidelberg, en colaboración con el Consorcio Alemán del Cáncer y la Sociedad Alemana de Pediatría Oncológica y Hematología analiza el genoma de 961 tumores de niños, adolescentes y jóvenes adultos de 24 tipos de cáncer diferentes.
El equipo estimó la frecuencia de mutaciones en los diferentes tipos de cáncer pediátrico y comparó estos resultados con los conocidos en cáncer en adultos. Si bien en ambos casos el gen más mutado era TP53, en los tumores de adultos la frecuencia de mutaciones en este gen era 10 veces mayor que en los tumores pediátricos. También se encontró que la tasa de mutación en los tumores infantiles es del orden de 14 veces más baja que la que se observa en los tumores de adultos.
Por último, los investigadores evaluaron qué mutaciones presentes en los tumores infantiles eran susceptibles de ser tratadas farmacológicamente y encontraron que el 52% de los tumores pediátricos primarios presentan mutaciones de este tipo, lo que podría tener gran relevancia a la hora de diseñar ensayos clínicos o considerar una terapia más personalizada para los pacientes.
Los dos estudios revelan grandes diferencias en el cáncer pediátrico respecto al que tiene lugar en adultos. En el caso de los cánceres que se manifiestan en la infancia, la tasa de mutación observada en los genomas de los pacientes es menor y el desarrollo de la enfermedad suele estar dirigido por un único gen. Sin embargo, en los cánceres observados en adultos, no solo la tasa de mutación es mayor (lo que es coherente con el hecho de que las células acumulan mutaciones con la edad) sino que además se observa que en el desarrollo tumoral intervienen diferentes genes directores del cáncer. Otra diferencia importante es que en el caso del cáncer infantil las mutaciones responsables del cáncer suelen ser específicas de cada tipo de tumor pediátrico, mientras que en el cáncer de adultos diferentes tipos de tumores comparten ciertos perfiles mutacionales.
Conocer qué perfiles moleculares están presentes en los diferentes tipos de tumores infantiles, ayuda, al igual que en el caso de los tumores de adultos, a determinar qué rutas biológicas están implicadas en los mismos, y por tanto, a identificar posibles dianas de tratamiento. Si bien todavía queda mucho trabajo para caracterizar completamente el cáncer infantil, los dos estudios, publicados en Nature, proporcionan una visión lo suficientemente detallada de la diversidad molecular de esta enfermedad como para sentar las bases del desarrollo de nuevas oportunidades terapéuticas para los pacientes de cáncer más jóvenes.